Mi abuela me
levantó para ir al instituto, me vestí intentando no despertar al
ser que dormía en mi cama, desayuné y me fui al instituto, fue un
día normal hasta que llegó la hora de matemáticas, cuando empecé
a sentir una energía maligna detrás mía, por pura intuición me
fui levantando lentamente atrayendo las miradas de todos mis
compañeros.
-Rubén ¿qué
te pasa?
-Quién anda
ahí- no oí ninguna respuesta, por lo que lo volví a repetir-he
dicho ¡que quién anda ahí!
Dije tirando
una daga que tenía escondida en mi manga, de repente la daga se paró
a medio camino entre la pared y
yo y una figura empieza a aparecer de la nada, provocando los gritos
de todos mis compañeros, me acerco a la figura y descubro que es el
demonio que nos atacó a mí y a Temerario, lleno de ira me lancé
hacia él, pero antes de que le pudiera golpear una energía me
empuja hacia atrás haciendo que me golpease con la pared del otro
extremo provocándome un gran dolor en la columna.
-Jajajaja,
como era de esperar el caballero defiende a sus amigos-dijo el
demonio con una voz tenebrosa-¿y qué
pasaría si golpease a uno de tus amigos?
-Pues que
morirías-dije levantándome muy lentamente.
-Eso habrá que
verlo.
Cogió a uno de
mis amigos y lo golpeó contra la pared haciéndole una contusión en
el brazo, cuando lo dejó en el
suelo se acercó a mi a una velocidad increíble y cogiéndome del
cuello y alzándome me dijo:
-¿Dónde está?
-Donde está el
qué.
-No te hagas el
tonto me refiero a Hidesato.
-¿Hidesato?
-Sí, la
especie de dinosaurio celeste al que ayudaste.
-Aquí
estoy-dijo una voz a espaldas del demonio.
-Apareciste al
fin.
Me soltó y se
encaminó hacia Hidesato le propino un golpe en la cara haciendo que
se callera, luego le dio una patada en el estómago y le clavó una
espada que tenía en la parte de detras en un brazo haciéndole una
fea herida, sin pensármelo dos veces me lancé encima del demonio y
le golpeé en la cabeza pero no le
hice nada, me cogió y me lanzó por los aires hasta que me estampé
contra el suelo, sin previo aviso pone su espada en el cuello de
Hidesato, de repente una fuerza empieza a fluir por mi cuerpo, miré
mis manos y veo que están ardiendo pero a mi no me hacía nada, mis
ropas empiezan a desaparecer y en su lugar empiezan a aparecer las
ropas blancas templarias cuando el fuego se extinguió vi en mi mano
izquierda mi escudo y en mi mano derecha mi espada, pero al fijarme
mejor vi que no era mi espada, la que tenia en esos momentos era muy
ancha y de un color azulado, me quedé contemplándola hasta que una
voz dijo:
-¿Qué ha
pasado?-era el demonio quien habló-no puede ser.
-¿Estás listo
para tu final?-dije poniéndome en posición de ataque.
-Es irónico
que digas eso cuando aún no me has matado.
Me lancé
contra el demonio trazando un arco descendente hacia uno de sus
flancos, con una de sus espadas me intenta parar el ataque pero en el
último momento rectifico la trayectoria de la espada y trazo un
nuevo arco en horizontal hacia las piernas, esta vez doy de lleno y
le hice un corte profundo en el aductor
haciendo que sus movimientos al depender de la pierna fueran mas
lentos aprovechando eso le pegué una estocada en el esternón, sin
darme cuenta una flecha salió disparada de su manga y me dio en el
hombro derecho, de repente empiezo a ver borroso y la espada me pesa
cada vez mas, suelto la espada y el escudo y me caigo al suelo casi
sin conocimiento, una mancha borrosa se acerca hacia mi y siento algo
frío clavándose en mi pecho.
-¿Listo para
morir?
-¡Alto!
Miro hacia
detrás del demonio y una luz muy brillante me ciega por unos
instantes, cuando consigo ver bien vi donde tuviera que estar
Hidesato veo un dragón con un pelo púrpura y aún impresionado por
su esbeltez me doy cuenta de que en verdad es Hidesato que se había
transformado.
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